Seguramente haya batido algún récord.
George, mi marido, me había abandonado aquella misma mañana para irse con una mujer que había conocido durante nuestra luna de miel.
Juro que no me lo estoy inventando. Parece increíble, pero allí estaba, en un resort de cinco estrellas en Aruba, con once días de luna de miel por delante. Sola.
Rodeada de parejitas felices por todas partes.
Así que decidí emborracharme. ¿Qué otra maldita cosa podía hacer?
George, mi marido, me había abandonado aquella misma mañana para irse con una mujer que había conocido durante nuestra luna de miel.
Juro que no me lo estoy inventando. Parece increíble, pero allí estaba, en un resort de cinco estrellas en Aruba, con once días de luna de miel por delante. Sola.
Rodeada de parejitas felices por todas partes.
Así que decidí emborracharme. ¿Qué otra maldita cosa podía hacer?
Pero lo que no sabía, mientras ahogaba mis penas en mojitos en el bar de la playa, era que las sorpresas no habían hecho más que empezar…
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