Su único problema tiene nombre propio: Alex. Él es el dueño del centro ecuestre próximo al hotel y, para su desgracia, sus amigas lo adoran. Sin embargo, ellos no se soportan; juntos son como el fuego y la gasolina, y por ello se evitan siempre que pueden. O por lo menos eso intentan, hasta que Lucía y Tormenta se cruzan en su camino.
Lucía lo ha perdido todo. Esa yegua herida es lo único que le queda. Por eso, Teo y Alex se volcarán con ella y harán lo imposible por ayudarla. Aun así, solo Alana conseguirá acercarse a ella.
Por el bien de Lucía, Alex y Alana trabajarán juntos, se soportarán, e intentarán acercar posturas. Pero eso puede ser peligroso porque si te acercas demasiado al fuego, puedes acabar quemándote
Lucía lo ha perdido todo. Esa yegua herida es lo único que le queda. Por eso, Teo y Alex se volcarán con ella y harán lo imposible por ayudarla. Aun así, solo Alana conseguirá acercarse a ella.
Por el bien de Lucía, Alex y Alana trabajarán juntos, se soportarán, e intentarán acercar posturas. Pero eso puede ser peligroso porque si te acercas demasiado al fuego, puedes acabar quemándote
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